Recientemente destacado como uno de los cementerios de arquitectura más interesante del mundo -por Architectural Digest-, el cementerio La Recoleta, ubicado adyacente a la Plaza Intendente Torcuato de Alvear del barrio Recoleta, conserva una larga trayectoria histórica que se manifiesta en todas las personalidades del ámbito político e intelectual que descansan en él.
Los mausoleos de mármol, las numerosas bóvedas y las realistas estatuas, provocan una atmósfera única que obliga a considerar al cementerio de La Recoleta como una visita obligada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La 'ciudad de muertos dentro de una ciudad' diseñada por el arquitecto e ingeniero francés Prosper Catelin -en base al cementerio parisino Père-Lachaise-, fue construida en 1822 como el primer cementerio público de la ciudad. El cementerio se encuentra en lo que solía ser la huerta de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar -actualmente Monumento Histórico Nacional- construida por los frailes de la orden de los recoletos en 1732.
A partir de fines del siglo XIX, las familias más acomodadas comenzaron a mudarse hacia esta zona norte de la ciudad como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla que acometió a los barrios sureños de Montserrat y San Telmo. El barrio comenzó a tornarse un barrio de 'clase alta', y el cementerio se convirtió en el sitio de entierro preferido para estas familias en conjunto a ciudadanos argentinos de gran prestigio.
Se encuentran mausoleos de personalidades que participaron activamente de la historia argentina, como importantes políticos -entre los que se encuentra Eva Duarte de Perón-, escritores -Silvina Ocampo y Adolfo Bioy Casares-, médicos, artistas, premios nobeles -Carlos Saavedra Lamas y Luis Federico Leloir-, deportistas y empresarios.
El ingreso principal es a través de un pórtico concluido durante una de sus reformas de 1881. Las evidencias de las dos grandes reformas pueden observarse en las fechas grabadas sobre el piso: 1881 y 2003. El predio tiene más de 4.000 bóvedas y mausoleos de mármol decorados con estatuas que se hallan organizados -al igual que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires- en un trazado rectangular de manzanas y calles.
Entre los elementos decorativos que se presentan, se distinguen numerosos estilos que van desde el gótico hasta del movimiento Art Deco.
Actualmente es el cementerio más visitado de la ciudad y merece un recorrido arquitectónico por su tradicional y decorado damero, que evidencia el auge económico en ese contexto histórico argentino y es reflejo de la competencia de las familias por pertenecer a la memoria del país.
